domingo, 4 de marzo de 2012

El tiovivo.

   Sinceramente no creo que sirva de nada preocuparse por el futuro. Déjame que me explique: nosotros somos dueños de nuestro pasado, y del presente nadie tiene las riendas, pero ¿el futuro? Reconozco que es algo demasiado ajeno a mí como para sentirme angustiado por lo que me pueda deparar. Lo cierto es que yo creo que no somos más que una composición de todas las cosas que nos rodean y que nos han ido rodeando a lo largo de nuestras vidas. Piénsalo. ¿No te suena maravilloso pensar que no somos más que un conjunto colores, fragancias, texturas, sabores, sensaciones, ambientes, sonidos, ruidos... todos mezclados en una especia de atracción de feria que de tanto girar ya no se puede distinguir las partes? ¡Un tiovivo! Eso es. Es algo así como si nuestras vidas fueran un tiovivo, cada uno con sus propios caballitos, colores y música,  que unas veces gira sobre sí mismo, y otras veces se deja llevar por los diferentes parajes que ante sí se van descubriendo. ¿Montamos? Tú no te preocupes por nada, yo me encargo de todo. En este tiovivo todo es posible. Podemos ir a donde te apetezca. Si quieres un viaje por este parque de atracciones, yo te llevo. Si quieres mirar a las nubes y que sean ellas quienes te quieran buscar el sentido a ti, yo haré que así sea. Embarquémonos en este loco carrusel de caballitos que sueñan con ser libres y escuchemos las historias que nos quieran contar. Hagámonos sus amigos y confidentes, pues son ellos quienes nos han de llevar por el devenir de nuestras vidas, ¿quieres venir? Yo te invito. Sólo dejemos que el ruido de fondo nos acune en su mecedora monotonía, y antes de que nos demos cuenta estaremos a lomos de los caballos del tiovivo...
   Bonita teoría, ¿No te parece? Pero... ¿y si no fuera sólo una teoría?  Quien sabe, supongo que de falsas esperanzas también se puede vivir...

2 comentarios: