Cada susurro, que se cuela en mi como vagabundas notas a través de los poros de mi piel. Cada poro de mi piel, que baila al compás del ritmo que impone mi corazón de color sombra. Cada sombra, pasajera oculta que busca su refugio en los rincones de las palabras. Cada rincón, esquina o sonrisa esquiva entre mil muecas forzadas a base de tiempo perdido. Cada segundo perdido, que me muestra los marcos de las fotografías que me quedan por sacar. Cada encuentro de un escalofrío con mi cuerpo, testigo del calor que falta y recordatorio de los delirios que quedan por llegar. Cada delirio, que surge como idea para morir como metáfora sin parte real. Cada parte de la realidad, que se clava en mi imaginación para convertirla en humo de brasas, ya ni de fuego. Cada resto de ceniza, que mancha las manos en un último esfuerzo por dejar huella, ya polvo y concepto, que mira sin ver, que habla sin ser escuchada. Cada cada, reflejo de mi parecer, y pesadilla de mi almohada.
Recapitulemos el sentir.
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