jueves, 22 de septiembre de 2016

Confesiones en La mayor.

Para ciertas cosas no hay obstáculos. Nada estorba para vivir arrancando pétalos a la flor que la piel es, o para jugar al "me quiere o no me quiere" con el espejo, o para buscar en la melodía la clave que convierta la lisa pared en escalón al techo.
El beso al filo de terciopelo, el sexo con la fantasía del sexo, la crucifixión con clavos de caramelo. El mundo se convierte en poca cosa cuando la magia brota y las circunstancias y contextos se derriten bajo el calor de un alma desbocada, dando cariño con los labios diga lo que diga la boca, sintiendo como un latido cada nota que explota. Palpitando con la música. Gozando del momento. Aborreciendo tanta luz. Voy a tener que romper una farola.

lunes, 12 de septiembre de 2016

La ciudad bombardeada más bonita del mundo.

       En la ciudad bombardeada más bonita del mundo las estrellas rojas se oxidan y los Césares desmerecen los altares de los que ya hace tanto se cayeron. El sudor, como el esfuerzo o el ingenio no son sinónimos de trabajo, si no de mera supervivencia, y una desfasada contienda baila un paso con los brindis de los que mandan y otro paso con las maldiciones de los que pelean. Parece que las desgracias solo son esquivables danzando, y entre tambores militares y bongós salseros se entrelazan un sinfín de tonos de piel, de gestos, de historias y de sentires, de puros que en boca de quien los fuma casi parecen una ironía, de "yo tengo un familiar que", de sonreír o huir como únicas alternativas.
        Culos imposibles de mantener por su tamaño, esqueletos que no sabes cómo se mantienen en pie, un chiquito al que le hablan de revolución y se siente confuso y se imagina al Ché bailando reggetón sintiéndose igual que él. Qué fotogénica queda la alegría entre tanta cochanbre, valiente el geólogo que admira la magnitud del terremoto sin tener cojones de meterse en él, sin comprender que el ritmo no lo marcan las caderas, si no la tierra que tiembla, que bailar no solo es un acto de placer, si no también de equilibrio, de resistencia, casi de fe.
       Aquí no hay huérfanos ni despechados, todos tienen a su "papito", a su "mamasita", a su "amol", aunque duren el segundo que tarden en pronunciarlo y el siguiente que les lleve olvidar. Tampoco hay hambre, todos muerden de la manzana, tampoco hay remordimientos, no hay mucho más que comer; todo el mundo es rico en tener poco, en podo necesitar, dicen, ricos en ser. Aquí siempre se anda, sin estrés, sin prisa. No hacen falta. Se anda por ver si se gana la propina o aún a riesgo de perderla, se anda por la acera o por la carretera, en buena compañía o con mala sombra, pero nunca solo. la humedad y la música nunca permiten una soledad total. En Cuba no. Se respira un orgullo carente de sustento que quizás por eso sea más valioso aún, se respira un viejo al que no le llega la pensión moviendo las caderas como si fuera un crío, con dos policías en cada esquina mientras un turista grita "¡Qué paraíso!". Se respira lo contrario a lo esperado en cada estampa, y sin embargo también se respira magia, se respira un color nuevo en cada bocanada con sabor a contraste entre todo y nada, con regusto a alegría desmesurada, a vivir siendo invencible, a responder sonriendo a cada mirada, PARA. - ¿Cómo dice señor?
- Que puede pasal, tenemo de todo.
- Aah vale. Vaya, los carteles me gustan. ¿A cuánto los tiene?
- Eso depende del cartel.
- Ya. ¿El de "Viva Cuba libre"?
-  Mmm... A diez pesos... y un ojalá.


La Habana, septiembre del 2016.





jueves, 30 de junio de 2016

El salto.

- Este cuadro sobre el que os voy a hablar no siempre fue un cuadro. Hubo un tiempo en que fue un espejo, pero cansado de su vítrea condición, decidió tirarse a la vida de cabeza para así comenzar a sentir lo que hasta entonces se había limitado a reflejar. Ocurrió que en el lugar donde optó por lanzarse, la vida era vacua y superficial, con lo que no tardó en tocar fondo; poco a poco fue notando cómo la sonrisa de alegría entonada al inicio del salto iba desvelando su naturaleza premonitoria de suicidio, y aquello que había sido cristalina superficie se iba tornando lienzo permeable a todo pigmento que por su cercanía pasase. Quedó grabado el instante de caos, el fatídico momento de autolisis tan involuntaria como consentida, el angustioso fragmento de tiempo en que aquel espejo se volvió tetrapléjico y...
- Joder Esteban, ¿tanto lío por una foto de carnet? Si no te gusta cómo sales, te jodes, siempre con la misma cantinela y desvariando sobre cuadros y espejos y...

viernes, 24 de junio de 2016

Llamada.

- Hay un libro
que me habla desde la estantería.
Me dice que Galileo
me caería bien,
que al Yeti
no le gustan sus propios pies
y que a la cocinera de Lady-Di
no le gustan las patatas fritas.
Ya no.
Estoy seguro de que siempre
que le dice esto a alguien
le interrogan inmediatamente
acerca de cómo lo sabe,
así que me decanto por preguntarle
la razón de que ni "Galileo",
ni "Yeti",
ni"la cocinera de Ladi-Di"
contengan una U,
pero sí todas las demás vocales.
Me contesta con silencio
y con silencio le respondo,
y en la no reciprocidad
de ese no beso
si correspondido
un tríptico se cierra
a la par que me asalta un picor
entre la fosa nasal izquierda y el labio.
Me rasco, tal y como tú
estarás haciendo ahora,
y por lo demás sin novedades.

- Me alegra ver que todo va bien, aunque deberías vigilar el tema del picor no vaya a ser algo raro. ¿Tu madre anda por casa?

- Si,

- Vaya hombre, Bueno, pues en cuanto salga y vuelva dile que la llamé mientras no estaba.

- Vale, ¿alguna otra cosa¿

- Nada más. Un beso muy fuerte.

- Otro.
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- ¿Quién era?

- Tú.

sábado, 18 de junio de 2016

Visitas.

- Quiero escalar una escalera infinita,
volar en un vuelo sin escalas,
bailar en la cama donde la impaciencia tranquiliza a la tranquilidad
y escribir mis experiencias en el borde de las páginas.
No.
Mejor.
Quiero volar en una cama infinita,
escalar hasta el borde de las páginas,
bailar impacientando a la tranquilidad
y escribirlo todo en una escalera sin escalas.
No.
Espera.
Prefiero bailar en un vuelo de páginas,
escribir tranquilamente en caliente,
volar por los filos de las hojas
y desescalar el mundo al revés.
No no no.
Para.
Prefiero impacientar la escritura de los vuelos,
hojear el baile de los filos,
escalonar el infinito en tranquilidades
y observarlo todo desde la cama de las nubes.
O...
- O podrías tomarte la pastilla de las 6.
Se hace un silencio.
- Podría, pero entonces no tendría a quién contarle todo esto.

viernes, 17 de junio de 2016

A salvo.

Hay refugios
por los que vale la pena
jugarse lo injugable
aunque no sean bombas
lo que cae fuera.
No  es el ruido lo que me asusta
ni la sangre lo que me ahuyenta,
son sus contrarios,
el silencio y la ausencia
los que alimentan mis miedos
con platos vacíos
y vacían mi mente
de toda inocencia.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
es a tu encuentro al que acudo,
aunque tú no estés,
que poco tienen que ver
el amor con el deber,
que estar sin ropa no es
el desnudo más cruel.
La carne no tiene
la fragilidad del alma
cuando esta se muestra
a las tempestades de lo exterior
sin ropa ni abrigo.
El cuerpo carece
de la sensibilidad cruda,
de la intimidad hiriente
que solo los sentimientos tienen
y de la cual se resienten.
Los huesos nunca están
tan indefensos como mis palpitares
cuando se muestran honestamente
a pecho descubierto,
a diana de puñales.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
lo hago solo porque se
que a la salida me estarás esperando,
vida,
porque a tu encuentro
no se no volver.

domingo, 29 de mayo de 2016

Sopa de chinchetas.



Estoy a la deriva
y no encuentro los manguitos.
El mar abierto
me da claustrofobia
y no,
no quiero aprender a nadar.

Tengo un poco de agua,
una bengala,
21 chinchetas
y mucho tiempo.
Con el agua
he regado las algas
a ver si me dan
algo de sombra;
la bengala
descansa en las profundidades
(no quería provocar
un incendio en la balsa),
y con las chinchetas
me he hecho una sopa de mar
que me ha quedado
ligeramente sosa.

Menos mal
que soy inmortal,
porque con el tiempo,
con todo este tiempo,
si que no se qué hacer,
y no se si aguantaría
toda una vida
a la deriva
sin tirarme al mar.

Menos mal
que soy inmortal.