Quiero hacer filigranas con el aire que me rodea. Quiero seducirlo como a un pasamanos harto de recibir caricias que se quedan en nada y convencerlo para que entre en mi sin mayor aliciente que el del cobijo transitorio. Quiero convertirlo en beso a su salida y dibujar en el vaho de la ventana la obra más viva jamás respirada, coloreada con aliento sobre un lienzo de cristal. Quien fuera gato para jugar con los ovillos del viento, bailar con las hojas bajo la única promesa de seguir para siempre, hasta que dure.
Pequeños remolinos de arena que reconocen a sus primos hermanos danzando dentro de mi pecho, tornados descontrolados que se encuentran con su reflejo viviendo dentro de mi cabeza.
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