Me busco y me pierdo,
me escondo y me encuentro.
Bailo conmigo en mi estrepitoso bucle,
me dejo engatusar por los malos recuerdos.
Yo y mis demonios,
mis demonios y yo.
Bebemos juntos,
pensamos y vivimos,
juntos surgen los celos,
juntos nos destruimos.
Escapo de mi mientras me busco,
busco sin mapa ni norte,
siento el murmullo del tiempo,
aunque no creo que a nadie le importe.
jueves, 26 de febrero de 2015
A precio de coste.
En este cluedo de caricias sin dueño, el tiempo
no deja cara sin beso ni muerte sin lamento.
Un llanto que no sale por no tener conciencia,
la paciencia es cariño si miras su esencia.
La sonrisa del suicida antes de ponerse fin,
la elocuencia de una copa besada con carmín.
El glamour de un cartón de vino sin nombre,
la ironía de una almohada decapitada.
Amor? A precio de coste.
no deja cara sin beso ni muerte sin lamento.
Un llanto que no sale por no tener conciencia,
la paciencia es cariño si miras su esencia.
La sonrisa del suicida antes de ponerse fin,
la elocuencia de una copa besada con carmín.
El glamour de un cartón de vino sin nombre,
la ironía de una almohada decapitada.
Amor? A precio de coste.
lunes, 23 de febrero de 2015
La brisa.
Quiero hacer filigranas con el aire que me rodea. Quiero seducirlo como a un pasamanos harto de recibir caricias que se quedan en nada y convencerlo para que entre en mi sin mayor aliciente que el del cobijo transitorio. Quiero convertirlo en beso a su salida y dibujar en el vaho de la ventana la obra más viva jamás respirada, coloreada con aliento sobre un lienzo de cristal. Quien fuera gato para jugar con los ovillos del viento, bailar con las hojas bajo la única promesa de seguir para siempre, hasta que dure.
Pequeños remolinos de arena que reconocen a sus primos hermanos danzando dentro de mi pecho, tornados descontrolados que se encuentran con su reflejo viviendo dentro de mi cabeza.
Pequeños remolinos de arena que reconocen a sus primos hermanos danzando dentro de mi pecho, tornados descontrolados que se encuentran con su reflejo viviendo dentro de mi cabeza.
Caminando.
No se caminar de otra forma que no sea la de alternar senderos y confundir parajes, la de aguantar la respiración cuando algo huele bien, la de avanzar pase lo que pase sin saber a donde ni por qué. Si alguna vez tuve un mapa lo perdí, ahora me muevo bajo improvisadas coordenadas y con una brújula sin aguja que se desvive por señalar el norte perdido. La aguja la tengo clavada, no se donde, pero en su búsqueda voy quitándome espinas como quien corta cables a la espera de que alguno haga explotar o desactive la bomba que vive bajo este montón de costillas.
Hasta entonces, simplemente camino.
Hasta entonces, simplemente camino.
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