- Este cuadro sobre el que os voy a hablar no siempre fue un cuadro. Hubo un tiempo en que fue un espejo, pero cansado de su vítrea condición, decidió tirarse a la vida de cabeza para así comenzar a sentir lo que hasta entonces se había limitado a reflejar. Ocurrió que en el lugar donde optó por lanzarse, la vida era vacua y superficial, con lo que no tardó en tocar fondo; poco a poco fue notando cómo la sonrisa de alegría entonada al inicio del salto iba desvelando su naturaleza premonitoria de suicidio, y aquello que había sido cristalina superficie se iba tornando lienzo permeable a todo pigmento que por su cercanía pasase. Quedó grabado el instante de caos, el fatídico momento de autolisis tan involuntaria como consentida, el angustioso fragmento de tiempo en que aquel espejo se volvió tetrapléjico y...
- Joder Esteban, ¿tanto lío por una foto de carnet? Si no te gusta cómo sales, te jodes, siempre con la misma cantinela y desvariando sobre cuadros y espejos y...
jueves, 30 de junio de 2016
viernes, 24 de junio de 2016
Llamada.
- Hay un libro
que me habla desde la estantería.
Me dice que Galileo
me caería bien,
que al Yeti
no le gustan sus propios pies
y que a la cocinera de Lady-Di
no le gustan las patatas fritas.
Ya no.
Estoy seguro de que siempre
que le dice esto a alguien
le interrogan inmediatamente
acerca de cómo lo sabe,
así que me decanto por preguntarle
la razón de que ni "Galileo",
ni "Yeti",
ni"la cocinera de Ladi-Di"
contengan una U,
pero sí todas las demás vocales.
Me contesta con silencio
y con silencio le respondo,
y en la no reciprocidad
de ese no beso
si correspondido
un tríptico se cierra
a la par que me asalta un picor
entre la fosa nasal izquierda y el labio.
Me rasco, tal y como tú
estarás haciendo ahora,
y por lo demás sin novedades.
- Me alegra ver que todo va bien, aunque deberías vigilar el tema del picor no vaya a ser algo raro. ¿Tu madre anda por casa?
- Si,
- Vaya hombre, Bueno, pues en cuanto salga y vuelva dile que la llamé mientras no estaba.
- Vale, ¿alguna otra cosa¿
- Nada más. Un beso muy fuerte.
- Otro.
---------------------
- ¿Quién era?
- Tú.
que me habla desde la estantería.
Me dice que Galileo
me caería bien,
que al Yeti
no le gustan sus propios pies
y que a la cocinera de Lady-Di
no le gustan las patatas fritas.
Ya no.
Estoy seguro de que siempre
que le dice esto a alguien
le interrogan inmediatamente
acerca de cómo lo sabe,
así que me decanto por preguntarle
la razón de que ni "Galileo",
ni "Yeti",
ni"la cocinera de Ladi-Di"
contengan una U,
pero sí todas las demás vocales.
Me contesta con silencio
y con silencio le respondo,
y en la no reciprocidad
de ese no beso
si correspondido
un tríptico se cierra
a la par que me asalta un picor
entre la fosa nasal izquierda y el labio.
Me rasco, tal y como tú
estarás haciendo ahora,
y por lo demás sin novedades.
- Me alegra ver que todo va bien, aunque deberías vigilar el tema del picor no vaya a ser algo raro. ¿Tu madre anda por casa?
- Si,
- Vaya hombre, Bueno, pues en cuanto salga y vuelva dile que la llamé mientras no estaba.
- Vale, ¿alguna otra cosa¿
- Nada más. Un beso muy fuerte.
- Otro.
---------------------
- ¿Quién era?
- Tú.
sábado, 18 de junio de 2016
Visitas.
- Quiero escalar una escalera infinita,
volar en un vuelo sin escalas,
bailar en la cama donde la impaciencia tranquiliza a la tranquilidad
y escribir mis experiencias en el borde de las páginas.
No.
Mejor.
Quiero volar en una cama infinita,
escalar hasta el borde de las páginas,
bailar impacientando a la tranquilidad
y escribirlo todo en una escalera sin escalas.
No.
Espera.
Prefiero bailar en un vuelo de páginas,
escribir tranquilamente en caliente,
volar por los filos de las hojas
y desescalar el mundo al revés.
No no no.
Para.
Prefiero impacientar la escritura de los vuelos,
hojear el baile de los filos,
escalonar el infinito en tranquilidades
y observarlo todo desde la cama de las nubes.
O...
- O podrías tomarte la pastilla de las 6.
Se hace un silencio.
- Podría, pero entonces no tendría a quién contarle todo esto.
volar en un vuelo sin escalas,
bailar en la cama donde la impaciencia tranquiliza a la tranquilidad
y escribir mis experiencias en el borde de las páginas.
No.
Mejor.
Quiero volar en una cama infinita,
escalar hasta el borde de las páginas,
bailar impacientando a la tranquilidad
y escribirlo todo en una escalera sin escalas.
No.
Espera.
Prefiero bailar en un vuelo de páginas,
escribir tranquilamente en caliente,
volar por los filos de las hojas
y desescalar el mundo al revés.
No no no.
Para.
Prefiero impacientar la escritura de los vuelos,
hojear el baile de los filos,
escalonar el infinito en tranquilidades
y observarlo todo desde la cama de las nubes.
O...
- O podrías tomarte la pastilla de las 6.
Se hace un silencio.
- Podría, pero entonces no tendría a quién contarle todo esto.
viernes, 17 de junio de 2016
A salvo.
Hay refugios
por los que vale la pena
jugarse lo injugable
aunque no sean bombas
lo que cae fuera.
No es el ruido lo que me asusta
ni la sangre lo que me ahuyenta,
son sus contrarios,
el silencio y la ausencia
los que alimentan mis miedos
con platos vacíos
y vacían mi mente
de toda inocencia.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
es a tu encuentro al que acudo,
aunque tú no estés,
que poco tienen que ver
el amor con el deber,
que estar sin ropa no es
el desnudo más cruel.
La carne no tiene
la fragilidad del alma
cuando esta se muestra
a las tempestades de lo exterior
sin ropa ni abrigo.
El cuerpo carece
de la sensibilidad cruda,
de la intimidad hiriente
que solo los sentimientos tienen
y de la cual se resienten.
Los huesos nunca están
tan indefensos como mis palpitares
cuando se muestran honestamente
a pecho descubierto,
a diana de puñales.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
lo hago solo porque se
que a la salida me estarás esperando,
vida,
porque a tu encuentro
no se no volver.
por los que vale la pena
jugarse lo injugable
aunque no sean bombas
lo que cae fuera.
No es el ruido lo que me asusta
ni la sangre lo que me ahuyenta,
son sus contrarios,
el silencio y la ausencia
los que alimentan mis miedos
con platos vacíos
y vacían mi mente
de toda inocencia.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
es a tu encuentro al que acudo,
aunque tú no estés,
que poco tienen que ver
el amor con el deber,
que estar sin ropa no es
el desnudo más cruel.
La carne no tiene
la fragilidad del alma
cuando esta se muestra
a las tempestades de lo exterior
sin ropa ni abrigo.
El cuerpo carece
de la sensibilidad cruda,
de la intimidad hiriente
que solo los sentimientos tienen
y de la cual se resienten.
Los huesos nunca están
tan indefensos como mis palpitares
cuando se muestran honestamente
a pecho descubierto,
a diana de puñales.
Mal sabes tú
que cuando huyo a mi cueva
lo hago solo porque se
que a la salida me estarás esperando,
vida,
porque a tu encuentro
no se no volver.
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